El valor de la amistad
Qué gran tema el de la amistad. Nos interesa y atraviesa a todos, chicos y grandes. Quién no quiere tener amigos. Quién no quiere sentirse a gusto en un grupo; querer y sentirse querido. Por este motivo, y porque la amistad es un valor intrínseco a nuestro proyecto educativo, es que organizamos una charla abierta titulada la Amistad desde el jardín de infantes, a cargo de la psicóloga Daniela Barcia, integrante del equipo orientador de Jardín Buen Molino que este año celebra su 25 Aniversario.
“Los seres humanos somos gregarios por naturaleza; es decir, vivimos y nos desarrollamos en compañía de otros. En este escenario, el desarrollo de las habilidades sociales es fundamental para nuestra identidad, para nuestra vida. Están relacionadas con conceptos como la autoestima, la inteligencia emocional y la asertividad, y hacen referencia al conjunto de capacidades que nos permiten relacionarnos con los demás. Son una condición necesaria -aunque no suficiente- para llegar a la amistad que, en última instancia, implica una elección consciente del otro”, describe Daniela.
La amistad es una relación afectiva entre dos personas, basada en la confianza y el compromiso, con una doble función. Por un lado, la relación en sí misma nos produce gratificación, sensación de bienestar; y, por otro lado, el otro -amigo/amiga- juega como espejo; nos confirma, nos valida y esto opera sobre nuestra autoestima, nos sentimos queridos y valorados por cómo somos.
¿Qué esperar en cada edad?
“Tener en cuenta que ningún desarrollo es lineal, hay vaivenes en las relaciones con pares, hay conflictos y resolución de problemas; todo ello es esperable”, asegura Daniela. Existe un desarrollo evolutivo, neurológico, físico, emocional, intelectual que ayuda a los chicos a avanzar en el proceso de descubrir al otro y generar amistades.
Menores de 3 años. Es normal el juego en paralelo, cada uno en su universo, son muy egocéntricos y con poco autocontrol. Socialmente son inmaduros como para el juego en conjunto, aún no saben cómo hacerlo.
3 años. Comienzan a salir gradualmente del egocentrismo y a jugar con otros; se conectan más con lo que pasa a su alrededor y se interesan por lo que hace o tiene el otro. Se da un desarrollo del lenguaje y del juego que son herramientas que los ayudan en sus relaciones sociales.
Entre los 4 y 5 años. El juego es primordial para las relaciones y se da de forma compartida. “No es totalmente mío ni totalmente tuyo, es un lugar en el medio”. En este tipo de intercambios diarios aprenden a relacionarse con el otro.
Descubren que al otro le pasan cosas, que tiene pensamientos y emociones propias. Este es un aspecto esencial para un buen desarrollo de la empatía. En las salas de 4 y 5 las amistades se dan más por preferencias, estilos, gustos; es un ir y venir constante de probar distintas experiencias sociales e ir aprendiendo de ellas.
En términos generales, durante la etapa de jardín las relaciones de amistad se caracterizan por encuentros más inestables, donde la ruptura llega con facilidad y el amigarse también. Son relaciones en gran medida aún dirigidas y controladas por los padres.
Entre los 6 y 8 años. Las relaciones de amistad se caracterizan por mantener una relación de cooperación y de ayuda recíproca. Abandonan su visión egocéntrica y empiezan a entender a los demás con mayor profundidad, mayor empatía. En esta etapa, el concepto de amistad comienza a parecerse más al que tienen la mayoría de los adultos.
¿Cómo trabajamos el tema de la amistad en nuestro jardín y colegios?
Le damos especial importancia al área social-emocional, tanto a nivel formal como informal. En el aspecto formal, dedicamos un espacio semanal a tratar estos temas tanto en jardín como en primaria. Esto es trabajar desde la prevención. Se planifican temas relevantes que tienen que ver con el bienestar socio-emocional de cada clase para poder desarrollarlos y trabajar con anticipación conflictos que son evolutivamente esperables que se den.
En el plano informal, se trabaja desde la observación de clases y recreos tanto en forma grupal como individual. Se utilizan los espacios semanales también para trabajar emergentes de la clase en particular. Este trabajo se realiza directamente sobre los vínculos de nuestros alumnos como también sobre las herramientas que les permiten generar y mantener buenas amistades.
¿Qué podemos hacer como padres?
Aprovechar estos primeros años de tierra fértil para sembrar con una buena base. Revisemos vivencias propias, contengamos y escuchemos, no reaccionemos. Queremos que nuestros hijos aprendan a resolver problemas, a mirar con perspectiva, a no reaccionar sino a accionar.
Hay distintas formas de socializar y eso no debería preocuparnos. En cambio, cuando hay un patrón instalado en el tiempo que se repite, los padres toman acciones y el tema continúa, es bueno hablar con el colegio y trabajar en equipo.
Como padres, no podemos crear amigos por ellos pero sí podemos favorecer la construcción de amistades de diversas maneras.
Muchas gracias Daniela Barcia, psicóloga y parte del equipo orientador de Buen Molino y El Buen Ayre, por transmitirnos tus aprendizajes y experiencias sobre este tema tan esencial e interesante.