Hora de dormir: ¿sueño o pesadilla?

Hora de dormir: ¿sueño o pesadilla?

Cómo acompañar el cierre del día y favorecer los procesos del buen descanso en nuestros hijos y también en nosotros como padres.

El acto de dormir es un acto solitario por excelencia. El cierre del día, la hora del descanso, no sucede porque anochece y baja el sol, sino que se hace necesario replegar la atención del mundo circundante hacia el interior. Este hábito requiere de una artesanía cotidiana que se construye con el sostén de otro que cuida, que mece y ofrece el ritual del buen dormir. 

Agotamiento vs. asimetría   

Los adultos muchas veces nos sentimos agobiados de estar sosteniendo la disponibilidad y nos encontramos agotados con la demanda de nuestros hijos. Trabajamos, nos ocupamos de las tareas domésticas, de nuestras dolencias, y llegamos al final del día cansados.  Es por eso que, a la hora de acompañar el dormir, la guardia se nos baja y aparece la fantasía de tirar la toalla. Estas vivencias son esperables, entendibles y tenemos que normalizarlas, no culpabilizarlas. Ahora bien, ellos son los niños y nosotros los adultos. La posición del cuidado en asimetría es nuestra, la responsabilidad en el sostén y el entendimiento está en las manos de adultos como sus figuras de cuidado.  

Arrorró mi niño

¿Es esperable que nuestros hijos pequeños quieran dormir solos? No, no es esperable que quieran dormir solos, sobre todo en esa instancia de la noche y la oscuridad, donde ellos quieren y necesitan sentirse cuidados, seguros y acompañados. El irse a dormir conlleva un tiempo y un esfuerzo por parte de los adultos, donde vamos generando las condiciones para que ese escenario se construya, acompañando el pasaje de estar despierto al repliegue del dormir. Así como los chicos para poder jugar solos, primero necesitan jugar en compañía nuestra; al momento de dormir también necesitarán esa compañía con el osito, el cuento o la canción. Les estamos donando esa distancia para crecer y esa confianza donde ellos poquito a poco van a ir pudiendo.

De la rutina al ritual

Vivimos en un tiempo sin tiempo. Como padres, casi no tenemos tiempo para estar con nuestros hijos. En general, solemos estar presentes en los momentos del baño, la comida y el cierre del día. Justamente en esos tiempos -que parecen tan simples y cotidianos–, es donde tenemos la oportunidad de desplegar y construir el vínculo con nuestros hijos. ¿Qué sucede en el escenario de las rutinas? Cuando esos actos de todos los días van teniendo un cauce, se sostienen en el tiempo y nos transformamos en protagonistas, esa rutina se colma de un significado propio y se convierte en un ritual de encuentro único de juego que es fundante para nuestros hijos. Es por eso que, a la hora de dormir, donde aparecen los miedos y la incertidumbre, el ritual que armamos con ellos, les ofrece la certeza y el cobijo nuestro y la de su ángel de la guarda, dulce compañía. Ese ritual -que nos identifica- deja una huella vincular que ofrece ese colchón de seguridad necesario para poder soltarnos.

El buen descanso

Para poder acompañar a nuestros hijos pequeños en el pasaje de estar despiertos al ritual del buen descanso, necesitamos contar con puntos de anclaje que principalmente se puedan sostener en el tiempo. 

La anticipación

Se habla mucho de anticiparles a los más pequeños los diferentes escenarios que van a transitar, pero poco se dice de nuestra propia anticipación. ¿Cómo llegamos nosotros al cierre del día? ¿Qué resto de energía resguardamos para ese momento? Es importante anticipar otros cierres, desde las cortinas hasta las pantallas. Definir un horario fijo para el trinomio del baño, la comida y el sueño; de esta forma ellos también van asociando que va llegando la hora de irse a la cama. Si queremos hacer alguna modificación o adelantar los tiempos, tenemos que ir modificándolos paulatinamente día a día adelantando 15 minutos por día.

Calendario infantil

Los niños más pequeños necesitan de objetos concretos para “tocar” los tiempos y poder armar la secuencia de su propia rutina. Un simple calendario de tela casero, con dibujos, colgado en el cuarto, colabora con la secuencia del día: un sol/jardín/almuerzo/siesta/juego/te/baño/comida/sueño. Con nuestra ayuda pueden ir moviendo un objeto (broche) para ayudarlos y así incorporarlo.

Los relevos

 Armar acuerdos entre los padres en relación a los diferentes reemplazos para acompañarlos a su cuarto, tanto en el inicio del sueño como en los despertares de la noche, y armar turnos para atender sus necesidades y volver a ofrecerles el escenario su espacio, de su cama, su osito.

Ofrecer–nos

Nuestros hijos van tomando lo que como padres les ofrecemos. Todo aquello que donamos y que parece invisible a los ojos, es parte de esa siembra esencial. Los frutos que van brotando los vamos cosechando poquito a poco en el tiempo y ese esfuerzo deja una huella de vínculo en sus corazones.

Lic. María Catarineu –  especialista en seguimiento y prevención temprana del desarrollo del niño; coordinadora de @rayuelatiempodejuego, un espacio de prevención y promoción de la salud del niño; integra el equipo de Psicología en Consultorios Lirios del Talar.

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